quinta-feira, 12 de maio de 2016

Nada más que pensamientos…





Muchas veces me pongo a pensar, pienso en muchas cosas generalmente pero quiero referirme a que precisamente ahora pensé de mi modo, el cual llamo pensamiento auto critico severo. Aunque esto no suena tan interesante si no lo practicamos. Bueno tampoco lo hago como uno de mis hobbies o como oficio, lo hago más como un hábito, el cual a veces me hace dudar si será realmente uno. Por momentos pienso estar cuerda, pero por otros solo pienso, y como pienso. He llegado al punto de creer que esto es completamente insano, también hubo veces que lo considere normal.

En fin, no sé qué pensar, porque siempre surgen pensamientos, a cada instante miles. Algunos desesperados, otros de veras incoherentes, y se convierte en algo alocado todo esto de no saber que pensar, pero asimismo ya estar pensando cuando pienso en que podría pensar o no. Pensamos constantemente, de este maleficio o evolución a la que llaman capacidad de razonamiento, no podría decir que no se escapa nadie, pues hay quienes desperdician pensamientos, o solo los tienen y no lo comprenden, o los tienen y son mediocres o básicamente comunes, sin mucho que extenderse.

RECONOCIENDO MIS LIMITACIONES…




Lo podemos todo,  esto significa que tenemos la capacidad y potencialidad de realizar lo que queramos.
Vivimos en un mundo lleno de posibilidades, si algo se quiere lograr, existen a nuestro alrededor inúmeros recursos para auxiliarnos.
Pero bien, aunque nada es imposible y somos capaces de hacer una infinidad de cosas, aún somos seres humanos, imperfectos y como tales, limitados.

Hay que reconocer y percibir que no somos una máquina que posee mil funciones, reconocer que no vamos a poder hacer tantas cosas como deseamos si lo es, en sentido acumulativo. O sea podemos realizar tanto cuantos sueños tengamos, pero hay una diferencia entre alcanzar lo que se sueña y tener ambición de alcanzar algo por mera satisfacción egocéntrica.
Cuando uno hace cosas sin amor, sin entusiasmo, o por tan solo aparentar, vemos que luego el camino se hace arduo, costoso y consecuente. No seríamos capaces de aceptar un error, nos frustraríamos de tal manera que nos cegaríamos insaciablemente, en una búsqueda frenética; olvidando por completo lo demás, descuidando los placeres que causa recorrer un camino paulatinamente hasta realizar un sueño.

Entonces, reconoce que no puedes cargar con todo, pues no puedes hacerlo todo. Pero sí puedes hacer de la mejor manera todo aquello que has soñado con el corazón, o todo aquello a lo que te dedicas con pasión y no por una vana satisfacción...